El Observatorio astronómico “Los Algarrobos” de Salto, Uruguay (OLASU) es considerado como uno de los más completos y mejor equipados a nivel país. Surgió como una inquietud del Ing. Eduardo Manuel Alvarez, quien en un momento de su vida debió abandonar lo que no esconde es su pasión. Al cumplirse 25 años de matrimonio, su señora esposa le concedió como regalo un telescopio que actuó como disparador de un proyecto que comenzó a tomar forma y que en la actualidad es visitado por turistas, estudiantes, docentes e incluso representantes de la universidad que utilizan la tecnología del observatorio para analizar variados fenómenos del universo.
¿Cuántos años tiene y cómo se conforma su familia?
“La semana que viene cumplo 55 años. Estoy casado con Inés hace 32 años y tenemos cuatro hijos (dos varones y dos mujeres) que en la actualidad están trabajando y estudiando en Montevideo. Dos ya recibidos, uno por recibirse y la cuarta en 3er año de ingeniería en sistemas”.
¿Cómo comenzó la pasión por la astronomía?
“Cuando era estudiante de secundaria siempre tuve predilección por la astronomía y como tanta gente incursioné en fabricación de telescopios y demás. Incluso Inés me ayudaba. Era un tema que me interesaba mucho y cuando ingresé a facultad en el año 71, comencé ingeniería y simultáneamente también la licenciatura en astronomía en la vieja Facultad de Humanidades y Ciencias ubicada en el puerto. Estuve haciendo dos o tres meses allí, hasta que me di cuenta que sería imposible seguir haciendo las dos carreras juntas, por lo que dejé astronomía y me dediqué a la ingeniería”.
¿Quedó como una asignatura pendiente?
“Podríamos decir que sí. En mayo de 2001, cuando cumplimos 25 años de casados, mi señora me sorprendió al regalarme un telescopio, y eso disparó todo de nuevo. La astronomía me interesaba pero no la estudiaba de forma metódica. Con un buen telescopio a disposición, y aprovechando que los chicos ya estaban grandes, comencé a preguntarme por qué no empezar de nuevo a estudiar astronomía en serio. Como el traslado frecuente a Montevideo era bastante complejo, busqué opciones vía Internet. Por suerte encontré varias alternativas, y antes de terminar el año ya me había inscripto en una universidad en Melbourne (Australia) para hacer un máster en astronomía. Me llevó seis años completos, por lo que recién terminé a fines del año pasado”.
¿Esa maestría qué le permite?
“Primero, el haber podido concluir una etapa formal de adquisición de conocimientos de un tema que me apasiona. Segundo, el haber sido capacitado en el uso de modernas técnicas de observación e investigación, lo que me posibilita encarar el estudio científico de varios temas a mi alcance (de hecho, se está por publicar en una revista inglesa de primera línea uno de mis trabajos hechos como estudiante). Tercero, haber sido aceptado en la Swinburne University of Technology como supervisor de algunos proyectos observacionales (el semestre que acaba de terminar tutelé los trabajos de dos norteamericanos y un francés). Y cuarto, el hecho de haber impulsado la construcción de un observatorio astronómico, algo así como una fantasía loca que fue tomando idea y al final se transformó en un maravilloso sueño cumplido”.
¿Cómo surgió lo de la construcción del observatorio?
“Bueno, para avanzar, en mi carrera tenía que ir haciendo determinados proyectos opcionales. Yo los iba eligiendo siempre prácticos y cada vez más complicados, de forma tal de aprovechar al máximo la supervisión especializada que para cada proyecto se me asignaba. En cada oportunidad que tenía, iba incorporando además nuevos accesorios (oculares, filtros, software especiales, cámaras, etc) que aumentasen mis posibilidades. Nuevos equipos me permitían encarar nuevos temas. De forma tal que la parafernalia que movilizaba a la azotea cada vez que debía observar, crecía y crecía. Si a eso le sumaba que para varios proyectos en particular necesitaba muchas jornadas de observación desde lugares sin luz, para lo cual tenía forzosamente que desplazarme hasta zonas rurales, cada “mudanza” se iba haciendo más pesada y ya empezaba a minar el placer de lo que estaba haciendo. Así que la idea de tener todo “cobijado” en mi propia casa fue algo que se dio natural y gradualmente”.
¿Cuándo quedó terminado OLASU?
“El observatorio fue formalmente inaugurado el 29 de setiembre de 2006. Me llevó dos años diseñarlo, para lo cual visité varios observatorios, tanto de aficionados como profesionales, además de estudiar todo el material al que pude acceder. Como cualquier observatorio científico, consta de una cúpula que alberga al telescopio principal y demás instrumentos, y un cuarto de control contiguo desde donde se los operan y monitorean. Para la inauguración vinieron dos de los astrónomos profesionales más conocidos del Uruguay: el Dr. Gonzalo Tancredo (Director del Observatorio Los Molinos, en Melilla, y que acababa de regresar del congreso mundial de la Unión Astronómica Internacional, donde jugó un papel protagónico en la degradación de Plutón como planeta) y el Profesor Gonzalo Vicino (Director del Observatorio Eta Carinae, en Villa Serrana, y autor de varios libros)”.
¿Cuáles fueron los objetivos buscados con la construcción del observatorio?
“El lema de OLASU es ‘Investigar-Divulgar-Observar’. Creo que ello resume claramente cuáles son los objetivos de este emprendimiento. En primer lugar, hacer verdadera ciencia; por sobre todo, éste es un instituto científico. En segundo lugar, aprovechar su potencialidad para que la gente en general se pueda interesar y aprender astronomía (es importante destacar que al observatorio se accede directamente desde la calle, por lo que efectivamente fue diseñado para que el público acceda sin ningún tipo de problemas). En tercer y último termino, para observar el cielo, es decir, para que aquéllos a los que no les interesa tanto la astronomía como ciencia, al menos puedan sorprenderse y admirarse contemplando las maravillas del cielo”.
¿Este es uno de los observatorios más completos del país?
“Si. Y lo digo sin falsa modestia, porque de verdad conozco qué instrumental hay en los restantes observatorios del país. La comunidad científica astronómica uruguaya es muy pequeña, por lo que nos conocemos todos. En todo Uruguay hay un solo telescopio más grande que el de OLASU, que pertenece a la Facultad de Ciencias, y no es para mirar directamente como el nuestro, sino que solo para trabajar con cámaras. Radioastronomía no se hace en ninguna otra parte del país (aquí tenemos tres radiotelescopios y un interferómetro), ni tampoco espectrografía (aquí tenemos un espectrógrafo de fibra óptica)”.
¿Para qué se utiliza ese aparato?
“Un espectrógrafo permite descomponer la luz y en base a esa descomposición se puede determinar qué elementos químicos existen en cualquier medio gaseoso atravesado por dicha luz. Por ejemplo, la luz que nos llega de cualquier estrella ha atravesado dos medios gaseosos importantes, la atmósfera de la estrella en cuestión y nuestra propia atmósfera. Como a la composición de esta última la conocemos con precisión, podemos entonces averiguar los elementos químicos existentes en cualquier estrella o galaxia, por más distante que se halle de nosotros. Me viene a la memoria una de las “pifiadas” más célebres de la historia: en 1825, el famoso filósofo francés August Comte dijo que la composición química de las estrellas era un conocimiento que el ser humano nunca poseería y sin embargo, tan solo 35 años después, el uso de los primeros espectrógrafos ya permitía clasificar a las estrellas según su particular composición química”.
¿Su círculo de amigos cómo ve esta pasión por la astronomía?
”Tengo dos colegas amigos que me acompañan bastante. Uno es Héctor Rodríguez, que se está haciendo un telescopio, y otro es el Dr. Enrique Arrambide, que también tiene un observatorio en su casa. Con ellos nos reunimos seguido y estamos haciendo planes para comenzar a recopilar información para elaborar un estudio conciente, sistemático, preciso, de alguno de los cientos de proyectos que realmente podemos encarar con valor científico. Lo que estamos haciendo por ahora es regocijarnos con el cielo, analizar las posibilidades que hay, y atender al público en general que nos viene a visitar. Unos vienen por simple curiosidad, aunque la mayoría lo hace sabiendo que tiene la posibilidad de disfrutar una experiencia muy interesante y absolutamente distinta”.
¿Quiénes visitan el observatorio?
“Hay de todo. Han venido vecinos, compañeros de trabajo, gente conocida de otros que ya vinieron, varios grupos liceales, turistas, y por supuesto aficionados y profesores de astronomía de todo el país. Yo siempre les pido a los docentes de los liceos que van a venir con sus estudiantes que no los traigan a todos, porque a muchos no les interesa, y que realmente vengan con quienes de veras lo disfrutarán. Además, la capacidad locativa del observatorio es chica. La idea es recibir hasta diez personas a la vez para que realmente puedan ver con detalles. Ahora, merced a una cámara especial, estamos en condiciones de recibir más gente y que todos juntos puedan observar y aprender lo mismo en el mismo tiempo. También estamos encarando observaciones que nos piden estudiantes de la licenciatura y maestría de la Facultad de Ciencias para sus tesis de grado”.
¿Cómo es una visita al observatorio?
“La metodología de las visitas es más o menos siempre la misma. Primero empezamos con una charla sobre el cielo del momento, que obviamente es distinta según la estación del año. Les mostramos cuáles son las principales constelaciones que se ven, cómo se llaman las estrellas más brillantes, qué planetas se ven, cómo poderse orientar mediante las estrellas, etc, etc. Son temas generales que a todo el mundo le interesa. Disponemos de un puntero láser que nos permite ir mostrado a todos sobre qué objeto exacto del cielo estamos hablando, y eso hace la charla mucho más entretenida, interactiva, y sobre todo, útil. Luego ingresamos al observatorio propiamente dicho, y allí les indicamos qué es lo que van a ver (dependiendo de cada día del año hay distintos planetas, estrellas, galaxias, nebulosas, etc, que se pueden ver y otros que no) de forma tal que la experiencia resulte lo más didáctica posible”.
¿Les formulan mucho tipo de preguntas?
“Por suerte sí. Cuanto más preguntas, es porque más se interesan. Generalmente la gente pregunta por nombres de las estrellas, cómo son, a qué distancia están, y en muchas oportunidades derivamos a temas más cosmológicos: cómo empezó el universo, qué tamaño y qué forma tiene, si hay o no vida, si hemos o estamos siendo “visitados”, si nuestro planeta y civilización pueden llegar a desaparecer, etc, etc”.
Por último, ¿cómo funciona el régimen de visitas al observatorio?
“Usualmente la gente que me conoce y tiene interés en venir, me pregunta cuándo puede acercarse y entonces combinamos, ya sea alguna noche cercana o para más adelante, dependiendo del tiempo y la cantidad de visitas ya concertadas. Hay incluso varios que han venido directamente a casa. De manera que lo único que hay que hacer es coordinar previamente. Por supuesto que la visita es absolutamente gratis. No es recomendable que vengan niños menores de 10 o 12 años, ni personas con dificultad para subir escaleras. Lo único que a veces pedimos es que nos firmen el libro de visitantes, y que si lo desean, que también escriban alguna impresión que les produjo lo que vieron (ésa es nuestra mejor recompensa!). Otra forma de coordinar, probablemente la más organizada, es escribirnos a nuestra casilla de correo (olasu@adinet.com.uy) para coordinar día y hora”.
Comentarios de las fotos
Foto 1: Eduardo posando orgulloso en su escritorio de OLASU.
Foto 2: momento “histórico” cuando la cúpula fue izada desde la calle al observatorio, hace ya exactamente dos órbitas completas alrededor del sol.
Foto 3: vista del observatorio, incluyendo los tres radiotelescopios.
Foto 4: Eduardo e Inés en ocasión de la ceremonia de graduación en Australia. Eduardo nos comentó de una anécdota digna de ser contada. La ceremonia era común a unos cientos de estudiantes graduados de todas las distintas facultades. En el momento que Eduardo entraba al cuarto donde le entregarían la toga y el birrete, una funcionaria de la universidad se le acercó y le dijo: “Señor, por favor discúlpeme, pero en este lugar solo pueden estar los graduados. Los padres deben esperar afuera”.
Foto 5: visitantes “diurnos” observando la estrella más cercana (mirar al sol sin protección es causa de ceguera inmediata y permanente, pero aquí lo están haciendo con total seguridad debido al uso de filtros especiales).
Foto 6: el logo oficial de OLASU.
Foto 7: el cuarto de control desde donde se opera el instrumental del observatorio.
Foto 8: la cúpula y el telescopio principal de OLASU.